LA CONFRONTACIÓN IRRACIONAL DEL PRESIDENTE, COMO FORMA DE GOBIERNO

Por: Luis Enrique López Carreón
Dirigente del Movimiento Antorchista en Colima

Algunos historiadores afirman que la máxima latina “Diuíde et impéra” (divide y vencerás), locución popularizada en el siglo I a.C. por el político, militar y gobernante romano Cayo Julio César (100-44 a.C.), se ha vuelto indispensable muchos siglos después, como una infaltable estrategia de batalla en casi todos los terrenos, sin faltar en el de la política. Emil Ludwig, escritor y biógrafo alemán de origen judío, refiere la misma locución, pero la pone en boca del emperador corso Napoleón, a finales del siglo XVIII. Dividir y confrontar para someter, parece ser, una divisa histórica y fundamental entre quienes han buscado, de distintos modos y en distintas épocas, apoderarse de la voluntad popular por la fuerza y con el uso del poder. Hoy, en el México del siglo XXI, y seguramente que, en casi todo el mundo, parece que las cosas no son distintas. No hay día, en lo que va del gobierno de la 4ªT, que el presidente López Obrador no busque la confrontación irracional y la división de todos los mexicanos.

Por mucho que se busque la perfidia en la motivación política partidaria, en todas las manifestaciones de descontento popular que ya hemos visto por todo el país, la característica fundamental es casi siempre la misma: la polarización social, motivada por la confrontación promovida desde el púlpito principal de la Presidencia de la República. Y ya no hay duda, con este gobierno, nos enfilamos sin remedios alguno, de no haber una verdadera oposición, hacia una moderna dictadura unipersonal.

Comenzó el presidente confrontándose con casi todas las fuerzas políticas que habían gobernado antes que él, llamándolos “mafia del poder”, “neoliberales” y con otros epítetos más; pasó luego a descalificar a todas las organizaciones populares llamándolas “intermediarias” y vividoras del erario publico, beneficiándose con los “moches” y “piquetes de ojos”; siguieron luego los beneficiarios de los programas de los gobiernos anteriores: Prospera, Seguro popular, 70 y más, guarderías, comedores comunitarios, y etcétera, donde los llamó beneficiarios de la corrupción; no se salvaron de esto los enfermos de diabetes, VIH, cáncer y otros padecimientos crónicos, donde quitó también todo recurso económico público. Pero ahora vemos que tampoco tuvo reparo alguno con los deportistas, artistas, escritores, cineastas, científico, investigadores, estudiantes, becarios, internautas y más, muchos otros más, donde tampoco les dejó peso o centavo alguno. Los campesinos tampoco se salvaron de la guillotina del moderno Robespierre, y el ejemplo fue Chihuahua. Y ya ni qué decir de las feministas y los opositores declarados, que se apoderaron de la plancha del zócalo capitalino. Bueno, en su afán enfermizo de confrontar y dividir, al presidente no se le escapó ni su partido Morena, donde los rudos y los técnicos se están dando con todo. Todos, absolutamente todos los que no han inclinado aún la testa, enfrentan o enfrentarán, la furia siega del que hoy detenta el poder supremo de la nación. Y de los Poderes Judicial y Legislativo mejor ni hablamos. Entonces, igual que en la época del terror francés de 1793-94, creo que ya sólo queda la unión de todos los agraviados.

Pero el presidente ya lo decidió. La confrontación va cueste lo que cueste, y la división también, aunque para ello se tenga que hacer pedazos al país. Desde el 10 de julio de 2019, se comenzó a gestar dentro de la Confederación Nacional de Gobernadores (Conago), lo que hoy se conoce como la Alianza Federalista en México, donde se agruparon diez de los 32 gobernadores del país. Son cinco mandatarios del PAN (Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Tamaulipas y Guanajuato), dos del PRI (Colima y Coahuila), Uno de Movimiento Ciudadano (Jalisco), uno independiente (Nuevo León) y uno del PRD (Michoacán). Exigen un trabajo conjunto para enfrentar los retos socioeconómicos derivados de la pandemia, así como revisar los temas económicos y fiscales entre otros; piden al gobierno federal una distribución más equitativa de los recursos económicos destinados a todos los estados. Esencialmente, se oponen a los recortes presupuestales promovidos por el presidente, desde el presupuesto de egresos del año 2019.

Hace unos días, luego de múltiples gestiones infructuosas ante la soberbia del presidente, decidieron los diez gobernadores emitir en sus estados, junto con otros connotados académicos, empresarios y personajes de la sociedad, un pronunciamiento para informar a sus gobernados de la situación, exigir el cese de los recortes presupuestales, y para manifestar su oposición a la desaparición de los 109 fideicomisos anunciados por la federación, entre otros reclamos más. El tema de estos posicionamientos hoy es la nota principal en casi todos los medios nacionales. Y aquí tenemos ya, otra confrontación más promovida por el señor presidente. Tomando en cuenta que es muy probable que todo lo denunciado en sus estados por los gobernadores aludidos, no sea tal como ellos lo dicen, y que la aceptación de que gozan entre sus gobernados sea mínima, no olvidemos que estamos hablando de los representantes oficiales de poco más de 39 millones de mexicanos en términos aproximados, es decir, de casi la tercera parte de la población nacional.

Pero, muy a su estilo, la respuesta del presidente no se hizo esperar, y en una de sus acostumbradas mañaneras dijo así: “[…] de lo que corresponde a la federación, no se les entregará más recursos a los que siempre han medrado, que siempre se han aprovechado del presupuesto, que es de todos”. Muy bien, pero, sostengo que, decir que “no se les entregara más recursos” porque los gobernadores “han medrado” con el presupuesto, sin aportar prueba alguna de su dicho, me parece sólo una calumnia, una provocación; pero además, suponiendo que sea como él dice, tampoco me parece correcto que se ofenda implícitamente así, la inteligencia de los más de 39 millones de gobernados, que, a esos sí, en cada estado, corresponde juzgar o no a sus gobernadores por medrar con los recursos públicos. ¿Piensa el presidente que esos mexicanos aludidos, son tontos o ilusos, tanto que debe él abrogarse el papel de juzgador de sus propios gobiernos?

Pero como ya dije, la idea fundamental es siempre confrontar para dividir: “Diuíde et impéra”. Sin embargo, mientras esperamos el trágico desenlace de este otro bochornoso episodio del gobierno de la 4ªT, ya casi llegamos a los 100 mil muertos por coronavirus. Urge cambiar el rumbo del país, ojalá no lo olvidemos a la hora de votar.

Colima, Col., a 02 de noviembre de 2020

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