Alarmados

Échele Ojo
Andrés Méndez Isordia
Está claro que no hay que creerles a brujos, videntes y toda esa gente que se la da de iluminado y ven el futuro en su bola de mentiras. Hasta el día de hoy nadie ha podido atinarles a sus predicciones; acaso coincidencias nada más, pero nada en concreto y creíble. Así, andan alarmando a los ciudadanos de que ya para el próxima semana, mes o año tendremos un sismo de gran magnitud. Mire, por estadísticas y experiencias sabemos y entendemos que los terremotos y sismos son impredecibles y también parece que cíclicos, esto es que cada determinado siglo y año tenderemos uno de gran magnitud, como los que nos ha tocado vivir durante los últimos, quizá veinte años. Como aquél del noventa y cinco que, si nos dio un tremendo susto, hasta con perdidas humanas. En lo personal me agarró trabajando, por ahí de nueve de la mañana; ha que feo se sintió como se cimbraba la tierra; caían bardas e incluso la gente no nos podíamos mantener verticales; otros se tiraban al piso. En una gasolinera del centro encontré un auto lleno de polvo, con una familia que la libró del hotel que se vino abajo por ahí de playa azul. Que decidieron no quedarse a desayunar en el hotel y mejor salir a un restaurante de fuera; que al ir saliendo de la recepción y puerta del mismo se cimbró todo y en segundos se vino abajo, corriendo ellos, pero su pequeño hijo no se veía; en eso sale corriendo tras ellos bañado en polvo. Y toda la familia la libró. En ese hotel laboraba un conocido, contador. Me dice que al momento del sismo salieron corriendo tres, y tres de ellos se quedaron dentro resguardados en la recepción; que los tres que salieron corriendo murieron aplastados y que ellos tres quedaron bajo los escombros y que al segundo día los rescataron con heridas leves. Supimos que algo similar sucedió en una plaza de Santiago donde al momento del sismo unos policías salieron corriendo y los aplastó una enorme loza que se vino abajo. En ese sismo del noventa y cinco nuestra casa nada más sufrió cuarteaduras leves y el gobierno Federal nos apoyó para reparaciones con material. Otro gran susto y alarma nos causó el sismo de enero dos mil tres, de magnitud casi 8 grados. Pero qué feo se cimbró la tierra; veía como edificios casi colapsaban por aquí del centro. Circulaba sobre avenida México y casi llegar a la plaza principal detuve el auto y descendí. Veía ríos de gente gritando sobre la calle corriendo a todo lo que da para llegar a la plaza; una dama conocida llorando me pedía ayuda, y temía por sus hijos, a lo que le digo que se calme que no les pasará nada, ya que su casa es segura. Esto fue por ahí de las ocho de la noche. Me contaba mi mamá que, a ella, papás y hermanos les tocó el sismo de 1932 cuando mi abuelo administraba las salinas de Cuyutlán. Que la abuela preparaba los lonches para que el abuelo los llevara a los trabajadores; que serían por ahí de siete mañanas cuando sintieron el sismo, 7 grados tal vez. Como vivían cerca de vía ferrocarril, a lo mejor 500 metros de la playa, vieron como el mar se retiraba y hacía una especie de remolino, para retirarse y la-ola verde-irse sobre el pueblo de Cuyutlán, arrasando con todo hasta con personas que se los llevó el mar o se ahogaron allí. A mi familia les llegó el agua a las rodillas; el abuelo la libró cuando estaba a punto de llevar lonche a los trabajadores, que se los llevó el mar 6, 8 gentes, no sé. Otro susto que pasé fue cuando radicaba en CDMX y fue por ahí del setenta y tres cuando el edificio de tres plantas donde vivía se movió feamente, creyendo que colapsaba; subí a la azotea y vi cómo la torre Latinoamericana se balanceaba lentamente. No pasó a mayores. Y así vemos cómo inexorablemente nos llegan sismos y terremotos con resultados catastróficos en muchos casos. Así es que nadie debe alarmarnos con que el próximo día, mes o año tendremos un sismo de gran magnitud. Conocemos la seguridad de nuestras casas, pero de otras si hay que cuidarnos, como esos edificios de por aquí del centro que se caen a pedazos y ninguna autoridad pone orden. Dios nos tome confesados.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *